Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

sábado, 11 de junio de 2011

Parque Nacional Lago de Camécuaro - Guillermo Fernández Ruiz


Camécuaro, es un pequeño lago, un vaso natural de aguas límpidas y transparentes cuyas márgenes están limitadas por las multiformes raíces de ahuehuetes o sabinos milenarios.



Su flujo permanente nace de un sinnúmero de manantiales que borbotean el agua casi a flor de tierra, y la confluencia de sus aguas, a la altura de un lugar llamado Las Adjuntas, con la de los ríos de Tlazazalca, Chilchota y La Huarucha, forman el caudal del Río Duero, padre vivificante de la cuenca agrícola zamorana o del noroeste michoacano.


«Camécuaro», según algunos estudiosos [filólogos y etnolingüístas) quiere decir «lugar de aguas amargas», o «lugar de hierbas amargas», en apoyo a esta teoría fray Juan Bautista Lagunas explica que procede de los vocablos p’orhe cameni: amargo; kua: cubierto u oculto y ro: como indicativo de lugar, de donde resultaría «lugar de la amargura oculta».


Según la definición del licenciado Eduardo Ruiz, la etimología de la palabra es la siguiente: del verbo huacameni -caer en un estanque hondo-, y la misma partícula ro que es indicativo de lugar, se forma la palabra huacámecuaro: «lugar donde caen al estanque»; y reafirma el profesor Francisco Elizalde en su Descripción del Escudo de Armas de Tangancícuaro:


«Camécuaro, donde se meten apresuradamente al agua». La posible razón de este nombre es que en las márgenes del lago vivía un animal muy apreciado por la finura de su piel, la nutria [Lutra annectens), cuya defensa ante la presencia del hombre consistía en echarse rápidamente a nadar. En la actualidad esta especie está extinta en la región [1]. Consideramos que la diversidad de propuestas sobre la etimología del vocablo «Camécuaro» y las opiniones sobre sus posibles significados más que llamar a confusión engrandece nuestra cultura
y enriquecen nuestras tradiciones.


En la época de esplendor del Imperio p’orhé, se construyó junto a la margen izquierda del río una yácata que servía de adoratorio de Cutzé. La imaginación de los sacerdotes pobló de dioses tutelares la naturaleza del lago y su invención mitológica y épica tejió hermosas leyendas. Por desgracia la ignorancia, el tráfico ilegal de antigüedades y uno que otro ‘arqueólogo’ aficionado, destruyeron los restos arqueológicos y sólo quedaron en el recuerdo de los viejos memoriosos algunas leyendas.


Para preservar la integridad del lago y de sus milenarios sabinos, fue declarado Parque Nacional por decreto presidencial el 8 de marzo de 1941, Y ha pasado a poder de la Sub-Secretaría Forestal y de la Fauna primero, y después a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. Por acuerdo del 6 de octubre de 1978, firmado por el Ejecutivo del Estado, se reintegró a poder del municipio de Tangancícuaro, y desde el 11 de octubre de 1979 su administración está en manos de un Patronato Municipal.


Para cantar su belleza, describir toda la gama de colores que durante el transcurrir del día despliega la luz del sol reflejada en el lago y la belleza de sus tonos cambiantes según las estaciones del año, debemos citar al licenciado Eduardo Ruiz, cuando afirma:


El presidente municipal de Tangancícuaro, señor Antonio Zamudio Martínez, invitó hace algunos meses a un grupo de ingenieros y arquitectos de Zamora a dialogar acerca de un proyecto para el rescate y dignificación del Lago de Camécuaro.
En esa ocasión los profesionistas del gremio le sugirieron
que se evitara la entrada de vehículos al área del lago.
Esta sugerencia ha sido realizada en el actual proyecto.
De hecho ya no se permite la entrada de vehículos a esa zona.


 Los resultados han sido satisfactorios. La mayor parte de los visitantes aceptan la medida porque se ha incrementado la seguridad, se ha eliminado la contaminación visual, sonora y del aire y ahora el lugar se desocupa más temprano. Los únicos que han protestado, son quienes acudían al lugar a lavar sus coches o en plan de pachanga.


Cuando se cuente con el servicio del trenecito, el inconveniente de cargar con los bastimentos para la comida se subsanará. Mientras eso sucede, vale la pena la caminada con tal de disfrutar plenamente del entorno natural del lago.


 ... un pequeño oasis encantado.
Es Camécuaro.
Está oculto entre arboledas misteriosas,
a través de cuyas frondas
penetran caprichosos rayos de sol,
formando figuras fantásticas
en la linfa cristalina del escondido lago.

Camécuaro! Debajo de sus
gigantescos sabinos
duermen olas tranquilas,
y en las márgenes,
un manto de puchungaris
embalsama el ambiente.

Allí afluyen los manantiales
que brotan en la orilla,
templando con el calor
de sus corrientes
la helada superficie del río.

A sus inmediaciones brotan
los tres ojos de agua
que le dan nombre
a la población contigua,
llamada hoy, Tangancícuaro.


Además de los funcionarios de la Secretaría de Turismo del Estado, especialmente el delegado regional, licenciado Jesús Álvarez del Toro, merecen especial reconocimiento los miembros del actual Consejo Directivo del Lago de Camécuaro: el señor Antonio Zamudio Martínez, presidente ejecutivo; el señor Florencio Rocha Ayala, vicepresidente, a quien agradecemos la información que nos proporcionó para la realización de este reportaje gráfico; al contador público señor Víctor García Romero, secretario del Consejo; al señor Daniel Álvarez Guerrero, secretario de finanzas; al ingeniero Héctor García Yáñez, secretario técnico, y al licenciado José Alfredo Contreras, comisario del Consejo.


A pesar de que lo realizado no’ corresponde al ideal de crear en Camécuaro un santuario natural puro, lo realizado hasta el momento es digno de reconocimiento. Ojalá que los visitantes a ese Parque Nacional pongan su granito de arena evitando ensuciarlo; haciendo en ese lugar un ambiente autenticamente familiar en el que impere el respeto a los demás y a la naturaleza misma. Camécuaro es un orgullo de nuestra región y debemos restaurarlo con nuestra más plena participación.


NOTA DEL EDITOR: Este texto fue publicado en la revista Entorno, de Ingenieros y Arquitectos de Zamora, A.C., justo en el tiempo en que estaba en proceso el proyecto de remodelación del Parque Nacional Lago de Camécuaro. Al testimonio que aporta Guillermo, nomenclator oficial del municipio de Tangancícuaro, lo complementaron fotografías de Alberto Vázquez Cholico, de Florencio Rocha Ayala y de Jaime Ramos Méndez.

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