Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

jueves, 24 de marzo de 2011

Imágenes de Tangancícuaro - Guillermo Fernández Ruiz, cronista de la ciudad.

Fundación

En el lugar mismo donde ahora se le llama Las Capillas ya existía una población p’ohorepecha, antes de la llegada de los españoles, que fue congregada y cristianizada por los primeros padres franciscanos, pero se considera que quienes fundaron al pueblo como tal, «sin cédula de erección», alrededor del año 1531, Y realizaron el trazo de sus primeras calles, fueron los frailes agustinos.

Esta primera población se componía de unas pocas calles que reconocían como límites naturales cuatro acequias o ríos: por el sur, el que corría por lo que ahora es la calle Vicente Guerrero; por el norte, el río de El Santuario; por el oriente, el río de La Malora, y por el poniente la acequia que aún corre por El Camino Real. El lugar donde ahora se encuentra la Capilla de El Carmen fue durante muchísimos años la iglesia principal del lugar y esa misma cuadra fue el priorato de los frailes agustinos.

El aspecto urbano de Tangancícuaro durante aquella primera época era el de un población: alrededor de la plaza principal y en la calle principal se ubicaban los caserones de adobe que seguían la concepción de las casas de campo donde los espacios relevantes eran los destinados para guardar a los animales y los utensilios de labranza, con grandes cocinas, huerto para el abastecimiento familiar y en el resto de las habitaciones una idea muy lejana de lo que hoy puede considerarse confort.

Colonia, Independencia y Reforma

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el pueblo vivió su mejor época dentro del período histórico que llamamos Colonia. Un criollo emprendedor llamado don Victorino Jasso organizó un sistema de comercialización y transporte a base de recuas que permitió a los tangancicuarenses alcanzar cierto grado de prosperidad y le dio cierto renombre al pueblo. La casa de don Victorino estaba ubicada en lo que hoy es el portal norte y comprendía los terrenos donde ahora se encuentra la iglesia y hasta la calle que limita con la calle Doctor Octaviano L. Navarro.

Con el inicio de la Guerra de Independencia se comenzó a alterar la paz social que había prevalecido en la población durante doscientos cincuenta años. Al conocerse la noticia de la llegada de don Miguel Hidalgo a la cercana Villa de Zamora, un grupo de naturales y mestizos del lugar fue a incorporarse a las filas de la libertad, y en su primera batalla en «Tunas Agrias», sufrieron su primera derrota y volvieron a la obediencia virreinal, y el pueblo pagó cara su osadía: según Martín Sámano Magaña, «... El día 30 de octubre de 1816, la partida insurgente comandada por el «Amo» Torres se apodera de la plaza y dicta la sentencia aterradora de que la población sería incendiada, como castigo a la infidencia de sus habitantes a la causa de la libertad...

Las imploraciones de perdón que de rodillas hiciera el bachiller don José Rafael Sarabia, no fueron escuchadas por el inconmovible guerrillero y la sentencia tuvo que ser ejecutada. Únicamente quedaron en pie, salvadas del incendio, la pequeña parroquia, el hospital y la casa tres veces centenaria que había sido convento de los frailes Agustinos...» Tangancícuaro tuvo que levantarse de entre sus propias ruinas. Durante la reconstrucción ya no se respetó la traza original de las calles y, por ganar un par de varas, algunas calles se vieron reducidas a callejuelas.

Durante el siglo XIX el pueblo se recuperó poco a poco. En 1831 Tangancícuaro fue elevado a la categoría de Cabecera de Municipalidad, mientras que el Obispo de Michoacán, don José Clemente de Jesús Munguía en 1854, por su cuenta y riesgo, lo había erigido en curato independiente.

Al ponerse en marcha la desamortización de los bienes eclesiásticos, hubo una recomposición de la propiedad agraria y de la propiedad rural. Las mejores tierras de labor se quedaron en manos de los más pudientes y a los humildes les tocó la periferia del pueblo y tan solo pequeños lotes que poco a poco fueron perdiendo por deudas o por presiones económicas.


Porfiriato
Durante el porfiriato hubo un auge constructivo en Tangancícuaro. En toda la región del valle de Zamora se desarrolló una estructura agrícola-comercial que naturalmente tuvo repercusiones visibles en cierta prosperidad de los habitantes y en la transformación del perfil urbano. Los cambios originaron nuevas necesidades y la adecuación de nuevos espacios para satisfacerlas: mercado, panteón, plaza, rastro.

Tangancícuaro recibe el siglo XX vistiendo sus mejores galas. En la primera década estrena empedrado de calles; se termina la construcción y se redecora la iglesia nueva; se erigen sus torres San Franciscanas, una en 1902 y la otra en 1904; se remodela la plaza y se le adorna con kiosco y alumbrado, en 1906; se construyeron presas, puentes, plaza de gallos; se inauguran los servicios de telégrafo, teléfono y alumbrado público.

La arquitectura doméstica no resultó mayormente contrariada. La tipología de la casa rica no varió: alrededor del primer patio interior estaban las habitaciones principales, y alrededor del segundo patio, que hacía las veces de huerta y corral, se encontraban las áreas de servicio, de bodegas, de establos, gallineros, corrales y chiqueros. Los edificios, todos, se cubrían con techos a dos aguas cubiertos de tejas y se prolongaban en aleros o pestañas que protegían la banqueta de la resolana y la lluvia.

Las casas dedicadas al comercio fueron preferentemente ubicadas en las esquinas, y en ellas se colocó el local de atención al público, con varias puertas de acceso desde la calle por ambas esquinas, y una pequeña puerta que daba hacia el interior y comunicaba las bodegas y almacenes. En el centro de la población se encuentran hasta ahora las construcciones religiosas, del gobierno civil y las viviendas de los cremosos, que debían estar junto a éstas.
    
Revolución

El movimiento revolucionario llegó a Tangancícuaro en el año 1911. La villa se fue despoblando: presas del temor por la guerra, primero, las asonadas y la epidemia de la influenza española, después, las familias que pudieron hacerla se mudaron a las grandes ciudades mientras que otros buscando refugio seguro se marcharon al famoso «Norte».

En el aspecto urbano la revolución no podía alterar el orden establecido ya que, al menos en Tangancícuaro, los revolucionarios pertenecían a la clase acomodada. De 1911 a 1917 las únicas propiedades que cambiaron de mano lo fueron por temor a los bandoleros que merodeaban por la región y nunca faltó algún vivillo que observó dónde los ricos escondieron su dinero y faltando al séptimo mandamiento ingresó en la elite de los poderosos y adquirió casas y terrenos.

La modernidad posrevolucionaria

El crecimiento de la población y la demanda de nuevas necesidades trajeron consigo problemas que el pueblo no estaba preparado para resolver. La falta de viviendas, tanto para la clase trabajadora como para la clase en ascenso, favoreció el inicio del primer fraccionamiento. A los recién dotados ejidatarios, a sus hijos mayores y a sus familias, se les repartieron solares para la construcción de casas en «colonias ejidales». Así nació el famoso barrio de Las Colonias.

Los arrendatarios prósperos, los migrantes nóveles, los comerciantes afortunados y la burocracia revolucionaria en ascenso se ubicaron dentro del perímetro urbano hacia los barrios de Cupátziro y de El Gallo. Algunos ex-arrendatarios que no habían recibido tierra ejidal obtuvieron de los caciques pequeñas porciones de terrenos marginales para hacer sus viviendas. Así surgieron los barrios de El Cerrito, el de La Carretera y el de La Carreterita. El Chayote y La Caña fueron asentamientos casi exclusivamente para labradores y albañiles.

Con la construcción, en 1937, de la Carretera Nacional, los vehículos automotores comenzaron a ser más numerosos en Tangancícuaro. Junto con la modernización, la vivienda y el paisaje urbanos comenzaron a resentir cambios drásticos: se logró la instalación de un sistema de distribución de agua potable del Ojo de Agua a Cupátziro, con una bomba eléctrica, la red de tubería y la instalación de tomas intradomiciliarias; se instaló una red de tubería para drenaje que, poco a poco, fue acabando con la limpidez de las aguas de los ríos y las acequias; el fresco empedrado de las calles, donde crecía maleza, fue substituido por el concreto... Los cambios registrados en la estructura visual urbana de Tangancícuaro, en las últimas décadas, se dice que son propios de las necesidades del crecimiento.
    
Actualidad

De los años sesentas hasta la fecha, Tangancícuaro ha mantenido un ritmo de crecimiento que, si no es espectacular, ha sido constante y sostenido. Las actividades agrícolas siguen siendo un renglón importante de la economía del municipio, por el uso de maquinaria agrícola, la construcción de la Presa del Casangue y la perforación de pozos artesianos para riego, además de que, a los cultivos tradicionales de maíz, trigo, garbanzo y hortalizas, se sumaron nuevos cultivos altamente redituables como el jitomate, la cebolla, la papa, la fresa (sobre todo) y, en los últimos años, el brócoli.

Con el progreso económico y el arribo de los ingenieros civiles y los arquitectos, el paisaje urbano de Tangancícuaro alcanzó nuevas y diversas formas con las casas tipo taco bell, colonial-californiano o estilo Maeva-Las Hadas, mejores en confort y servicios, pero muy distantes de la imagen de las casas tradicionales.

Ni siquiera los templos se han escapado del afán renovador: se reconstruyeron la capilla de El Carmen y la iglesia de La Divina Providencia; se está reconstruyendo el Santuario del Señor de la Salud y, por su derrumbe en los sismos de septiembre de 1985, las torres de la parroquia también fueron remodeladas.

Se remodelaron, además, la Plaza de la Constitución; el Mercado Municipal “Agustín Silva”; la antigua escuela “Esteban García”, que pasó a ser la Casa de la Cultura y el Deporte; los campos deportivos “Gustavo Vera”, “Lázaro Cárdenas”, “Ejidal” e “Imperio”, y la mayoría de las calles de la población.
Recientemente se terminó de construir la “Plazoleta Los Agustinos” y están por concluir las obras de una unidad deportiva y la remodelación del Centro de Salud.

Aunque con cierta benéfica lentitud, el progreso en Tangancícuaro está en marcha.

(Texto condensado de la ponencia Tangancícuaro: una aproximación a su realidad urbana, publicado originalmente en la revista Entorno, de Ingenieros y Arquitectos de Zamora, A.C. Las fotografías son de Alberto Vázquez Cholico, oriundo también de Tangancícuaro).

2 comentarios:

Adolfo Morales dijo...

Alguna vez en la radio de Zamora oi a un cronista comentar sobre el viejo mezon que servia para trasnochar o descanzar a los viajeros que emprendian sus viajes a pie o en burro por todo el estado, podria usted amablemente comentar sobre los caminos ancestrales de los Purepechas y Mexicas?

Unknown dijo...

Anteriormente existía cerca del panteón municipal de Zamora, Mich., un Estadio o campo llamado "Moctezuma", ¿aún existe, tiene otro nombre y por qué domicilio se encuentra? Gracias por su información :)

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